Si vienes a decir que la vida es una fiesta, todo el mundo bailando pero es que yo estoy despierta, dispuesta a decirte lo que pienso y lo que siento. El mundo es muy bonito cuando se vive contento, alegría, armonía. ¿Cómo quieres que sonría? La gente pasa hambre desde Colombia hasta Etiopía y la economía .. podría hablar todo el día. La espera me desespera, sino me espera para que me abren las puertas si me cierran la frontera. Y es que yo para cantar no tengo que pedir permiso, mientras yo canto y bailo me quejo del intruso. Del otro lado del muro están cometiendo abusos, escucha lo que te digo y no te escondas .. quiero que tu sepas la verdad y no te asombras y que apesar de todo ¡esta vida es una bomba!
lunes, 16 de agosto de 2010
miércoles, 4 de agosto de 2010
Te quiero, pero ..
- ¿Me querés?
-Te quiero, pero ...
-Pero qué.
-Bueno, pero ... ¡tantas cosas!
-¿Quiere esto decir que nuestro amor no es perfecto?
-Por supuesto. De ninguna manera es perfecto, ni falta que hace. ¿Y querés que te diga más? Hasta cierto punto (hasta cierto punto, repito) es conveniente, o por lo menos deseable, que así sea.
-¿De veras? ¡No lo puedo creer!
-¿Te imaginás cuán aburrida, sin novedades o expectativas para el futuro, sería una relación perfecta "desde el vamos"? Como podría ser, para darte un ejemplo, la relación entre una llave y su correspondiente cerradura. Y por favor, trata de resistir por un momento la tentación tanpsicoanalítica (en el mal sentido de la palabra) de tomar esta metáfora como simplemente alusiva al sexo. ¡Una llave y una cerradura! ¿Podés acaso imaginar algo más aburrido? Y, para colmo, ¡aburrido por perfecto! ¡No! Las relaciones humanas son, como hemos aprendido a decir recientemente, "abiertas". Vale decir, susceptibles de crecer y desarrollarse, imprevisiblemente en cualquier dirección. Son relaciones dispuestas, predispuestas, si te gusta más, a un trabajo de adaptación mutua. Trabajo de construcción permanente de la relación, a tres turnos, día y noche.
- ¡Qué trabajo!
- Pero qué placer poder construirse su propia felicidad a la medida de uno.
- A mi manera, Frank Sinatra dixit.
- ¿No se ha dicho, acaso, que en las cosas de la vida el camino vale más que la meta?
- Pero uno va para adelante porque hay una meta a la vista ...
- Sí. Pero si se alcanzara (por suerte nunca ocurre) ese ajuste tan perfecto como entre llave y cerradura, podríamos decir no sin cierta tristeza que todo se terminaría. Se terminarían hasta las ganas mismas de vivir. Los deseos son la materia de la que estamos hechos. Shakespeare dice poéticamente que la existencia del hombre esta hecha de la madera de los sueños. De acuerdo. Pero los sueños, ¿no son acaso verdaderos paquetes de deseos, cubitos condensados de ganas de vivir y sentirnos vivos?
- Sí, parece convincente.
-Luego, dejemos de reclamar, para nuestras relaciones de pareja, una perfección afortunadamente imposible. No queremos ser perfectos. Queremos sentirnos libres de construir nuestra felicidad a nuestra manera. Amamos nuestra imperfección que deambula por el planeta y transita por la fabulosa aventura de crecer, de transformarnos, de correr tras la felicidad a ver si la agarramos.
- ¡Qué desafío! Armar una convivencia perennemente inestable, haciendo equilibrismos sobre el andamiaje riesgoso del narcisismo, de la estructura de poder, de rivalidades, de envidias, de celos.
- Pero también, si te sale bien, ¡qué felicidad!
- Sin embargo, pienso que a mamá le debe gustar más una relación que venga con póliza de seguro de permanencia incorporada. Ella nunca juega a la Lotería.
- Pero la inseguridad a veces, sin excesos, es hermosa. Es la promesa que hace de la vida una eterna aventura.
- Entonces, ¿a qué viene aquel pero del comienzo?
- Aquel pero está ahí para significar que hay cosas "en el cielo y en la tierra" que conviven con el amor, aún cuando conspiren contra él. El psicoanálisis llama a este fenómeno, siempre existente, aún cuando no siempre visible, "ambivalencia". No es una palabra que intente explicar nada. Simplemente afirma un hecho. Lo denomina. Pero como me parece que seguís teniendo la pregunta a flor de labios, no más vueltas. ¿Querés saber que le sigue al pero? Está bien. Sentate y escuchá.
Yo te amo, pero también, por favor no te olvides el también porque sin esa palabra todo lo que yo te pueda decir pierde el sentido. También te odio, te deseo, te rechazo, te poseo, te temo, te ataco .. hasta iba a decir, contra toda coherencia sintáctica, te gusto. Pero, ¿es que realmente te gusto? ¿Sabés que aquí estamos rozando uno de los puntos álgidos de toda la problemática de la relación de pareja? Por Dios, no lo olvides, aquí esta el núcleo del problema. El no saber, el dudar, el desconfiar acerca de tu deseo y de tu benevolencia hacia mí. Casi iba a decir: el desconfiar de tu amor por mí.
-Te quiero, pero ...
-Pero qué.
-Bueno, pero ... ¡tantas cosas!
-¿Quiere esto decir que nuestro amor no es perfecto?
-Por supuesto. De ninguna manera es perfecto, ni falta que hace. ¿Y querés que te diga más? Hasta cierto punto (hasta cierto punto, repito) es conveniente, o por lo menos deseable, que así sea.
-¿De veras? ¡No lo puedo creer!
-¿Te imaginás cuán aburrida, sin novedades o expectativas para el futuro, sería una relación perfecta "desde el vamos"? Como podría ser, para darte un ejemplo, la relación entre una llave y su correspondiente cerradura. Y por favor, trata de resistir por un momento la tentación tanpsicoanalítica (en el mal sentido de la palabra) de tomar esta metáfora como simplemente alusiva al sexo. ¡Una llave y una cerradura! ¿Podés acaso imaginar algo más aburrido? Y, para colmo, ¡aburrido por perfecto! ¡No! Las relaciones humanas son, como hemos aprendido a decir recientemente, "abiertas". Vale decir, susceptibles de crecer y desarrollarse, imprevisiblemente en cualquier dirección. Son relaciones dispuestas, predispuestas, si te gusta más, a un trabajo de adaptación mutua. Trabajo de construcción permanente de la relación, a tres turnos, día y noche.
- ¡Qué trabajo!
- Pero qué placer poder construirse su propia felicidad a la medida de uno.
- A mi manera, Frank Sinatra dixit.
- ¿No se ha dicho, acaso, que en las cosas de la vida el camino vale más que la meta?
- Pero uno va para adelante porque hay una meta a la vista ...
- Sí. Pero si se alcanzara (por suerte nunca ocurre) ese ajuste tan perfecto como entre llave y cerradura, podríamos decir no sin cierta tristeza que todo se terminaría. Se terminarían hasta las ganas mismas de vivir. Los deseos son la materia de la que estamos hechos. Shakespeare dice poéticamente que la existencia del hombre esta hecha de la madera de los sueños. De acuerdo. Pero los sueños, ¿no son acaso verdaderos paquetes de deseos, cubitos condensados de ganas de vivir y sentirnos vivos?
- Sí, parece convincente.
-Luego, dejemos de reclamar, para nuestras relaciones de pareja, una perfección afortunadamente imposible. No queremos ser perfectos. Queremos sentirnos libres de construir nuestra felicidad a nuestra manera. Amamos nuestra imperfección que deambula por el planeta y transita por la fabulosa aventura de crecer, de transformarnos, de correr tras la felicidad a ver si la agarramos.
- ¡Qué desafío! Armar una convivencia perennemente inestable, haciendo equilibrismos sobre el andamiaje riesgoso del narcisismo, de la estructura de poder, de rivalidades, de envidias, de celos.
- Pero también, si te sale bien, ¡qué felicidad!
- Sin embargo, pienso que a mamá le debe gustar más una relación que venga con póliza de seguro de permanencia incorporada. Ella nunca juega a la Lotería.
- Pero la inseguridad a veces, sin excesos, es hermosa. Es la promesa que hace de la vida una eterna aventura.
- Entonces, ¿a qué viene aquel pero del comienzo?
- Aquel pero está ahí para significar que hay cosas "en el cielo y en la tierra" que conviven con el amor, aún cuando conspiren contra él. El psicoanálisis llama a este fenómeno, siempre existente, aún cuando no siempre visible, "ambivalencia". No es una palabra que intente explicar nada. Simplemente afirma un hecho. Lo denomina. Pero como me parece que seguís teniendo la pregunta a flor de labios, no más vueltas. ¿Querés saber que le sigue al pero? Está bien. Sentate y escuchá.
Yo te amo, pero también, por favor no te olvides el también porque sin esa palabra todo lo que yo te pueda decir pierde el sentido. También te odio, te deseo, te rechazo, te poseo, te temo, te ataco .. hasta iba a decir, contra toda coherencia sintáctica, te gusto. Pero, ¿es que realmente te gusto? ¿Sabés que aquí estamos rozando uno de los puntos álgidos de toda la problemática de la relación de pareja? Por Dios, no lo olvides, aquí esta el núcleo del problema. El no saber, el dudar, el desconfiar acerca de tu deseo y de tu benevolencia hacia mí. Casi iba a decir: el desconfiar de tu amor por mí.
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