domingo, 8 de febrero de 2009

Café amargo


-Regresaste, y apenas hemos tenido tiempo de conversar, ¿tomamos un café?

-Bien cargado. Amargo, no quiero azúcar.

-¿Cambiaste los hábitos? Antes te gustaba más dulce.

-No hay nada dulce que pueda quitarme el sabor a hielo.

-Volviste arisca de tu viaje.

-¿Arisca? ¡No! Volví casi feliz. Pero sé que todo es pura ilusión. Eso no existe.

-Pero sonríes. Veo como se dibuja en tu rostro ese rictus malicioso de tu sonrisa.

-Pura fachada. Alcánzame ese café.

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