De las miserias del mundo no se quiere hacer cargo nadie. Sociedad, yo creo, era la de antes. En el pasado, en algún momento, estoy segura no existía tanta indiferencia y egoísmo. Vivimos y no dejamos ni siquiera vivir, simplemente porque ya no nos importa absolutamente nada del otro. Somos selectivos a la hora de ver, escuchar, olvidar y amar (¿algo más?) Somos máquinas de la rutina: caminamos por la calle con la vista fija hasta el lugar donde queremos llegar, con los minutos contados, nos chocamos mil veces con cuantas personas se nos crucen y no somos capaces de pedir disculpas. No escuchamos nada porque no queremos escuchar, porque vamos en el mundo de la radio y de la música, colgados a esos auriculares con el volumen a todo lo que da. La tecnología dejo todo atrás, pero sólo porque nosotros lo permitimos.
(¿qué hago entonces en esta puta compurtadora?)
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