Hay personas que se entienden con sólo mirarse.
La mirada puede decir muchas cosas, incluso puede entenderse mal.
Uno siempre sabe a qué o quién mirar y cómo hacerlo. Sabemos qué es lo que queremos transmitir, y si llegamos a hacerlo es otra cosa.
Seleccionamos a las personas a las que podemos mirar con seguridad a los ojos porque la conciencia no nos pesa, porque estamos tranquilos, y al resto preferimos evitarlos, hacerlos a un lado sólo porque nos conviene. Es algo así como corrernos del camino, patear la piedra, vendarnos los ojos y cometer mil errores, de ese mismo estilo, más.
Por eso, todos somos libres de elegir a quién, a qué, cómo, cuándo y porqué miramos de tal o cual forma y siempre tenemos el fundamento sobre cualquiera de esos aspectos, simplemente porque uno no mira "porque sí".
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